A mediados del siglo XX, las condiciones de trabajo generadas por la revolución
industrial en los países que adoptaron este modo de producción eran
lamentables. La jornada de trabajo se extendía por más de doce horas; la
disciplina laboral era controlada por capataces que castigaban duramente a
quienes no cumplían con las pautas de trabajo establecidas; las condiciones de
higiene y salubridad eran deplorables; la conscripción de trabajadores se
realizaba indiscriminadamente entre hombres, mujeres y niños...Leer más
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